Por: Damián Carrillo (Perú)
Estoy contento, creo que al fin alguien me reconoció. Es jueves, acabo de correr por el Pentagonito, y una rubia en su auto me ha sonreído. He visto su cara de sorpresa y leído en sus labios mi nombre. Es posible que sea una fantasía mía, pero esa sonrisa me ha venido bien, ya que nadie me ha vuelto a sonreír desde que Carmen me dejó en navidad; a excepción de Alejandra, mi puta buena, que nunca comentó en mi blog. Tengo su teléfono en mi celular, pero mi orgullo me impide llamarla, bueno, también porque no tengo 100, y no creo que me ame gratis.
Por otra parte, estoy molesto. Conocí a Katrina por su blog. Ha colgado un video de ella cantando, lo hace muy bien, su imagen y su voz se repiten en mi cabeza, como si tuviera un You Tube ahí, y éste en opción replay. Se me ocurrió comentarle en uno de sus post que le pediría algo por este nuevo año; y por tratar de poner algo ocurrente he estado pensando aún más en ella, cuando en realidad debí poner que la quiero desnuda en mi habitación, simple y directo. A lo que voy es que tanto he pensado en ella, que ayer en la noche la soñé.
Me vi en su bar, me sentaba frente a una mesa y colocaba sobre ella una botella de pisco. Luego alguien ponía a su lado una botella de tequila, me tapaba los ojos con sus manos y me decía al oído: “Dos licores fuertes para acompañar unas historias iguales de duras. El azúcar para el tequila la llevo en los labios”. Me paré, la abracé y la besé apasionadamente en la boca. Ese fue mi sueño y eso es lo que me molesta, ahora ya sé que nada sucederá entre nosotros.
No sé dónde leí o escuché esa frase acerca de la interpretación de los sueños, pienso que es de Freud, pero he buscado algo relacionado a eso en Internet y nada. Si te sueñas besando o acariciando a alguien con quien nunca has tenido algo, no sucederá nada físico con esa persona, se mantendrá como un eterno amor platónico. Y hasta la fecha eso se ha cumplido conmigo. Nunca he soñado a las mujeres con las que he estado, las puedo extrañar, pensar todo el día en ellas, pero jamás se han aparecido en mis sueños. Mientras que a las que he soñado nunca pude ni besarles la mejilla: mi instructora del gimnasio, la pelirroja de la universidad, la chata que luego fue enamorada de mi amigo, y muchos casos más.
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Estamos yendo a una feria de vinos. Hash no ha parado de reírse después de escuchar mi hipótesis sobre la rubia que me reconoció. No hay nada más estúpido que pensar que me haré conocido con mi blog, que alguien me reconocerá y se emocionará al verme. Escuchándolo de él también me da risa, hace que mi estupidez sea convincente.
El Maestro nos acompaña, teníamos tres pases. Es el paraíso, todo el vino que quieras tomar y lo mejor de todo: es gratis. Me parece que la sensación es generalizada, todos sonríen. Si antes me quejaba de mi austeridad en sonrisas, esto ya es una sobreoferta. Muchas chicas me sonríen, hasta se detienen a conversarme, todo es rápido, no puedes detenerte por mucho tiempo, la masa te obliga a recorrer los demás stands de degustación. Nosotros tenemos las copas mágicas, las compramos en la entrada, ellas aseguran que nunca te faltará vino. Si tienes las copas que te prestan en la entrada, es algo más difícil, no eres para ellos un cliente potencial, en este paraíso también hay discriminación.
Llegamos al quinto stand de vino, inclinamos nuestras copas vacías, las llenaron inmediatamente, y yo me llené de ilusión cuando la vi. La mujer de mis sueños, cabello rojo como las llagas en mi páncreas. Me acerqué y tomé como excusa el tatuaje alrededor de su muñeca para hablarle.
-¿Tu tatuaje es permanente?– le pregunté.
Sin un hola, sin presentación, esa es mi forma de abordar cuando estoy nervioso, de manera precipitada, hasta las huevas.
-Es permanente-, lo dijo sin siquiera mirarme a los ojos.
La mujer de mis sueños, decidí dejarla ahí. Como ven, soy muy fácil de desanimar. Mi teoría sobre los sueños se volvió a cumplir. Nuevamente la masa me llevó, me alejé lentamente de ella.
En otro stand el Maestro conversaba con dos chicas, me llamó y me las presentó. Una era rubia, quise pensar que era la que me reconoció, pero no era cierto. El Maestro es constantemente abordado por mujeres, es un artista consagrado, ese es uno de los frívolos beneficios de andar con él, te presenta mujeres.
Las dos estaban ebrias como todos los de la feria. La rubia me vio con sus ojos color cielo, recuerdo el cielo limeño y no veo en él rastros de celeste, así que los re-catalogo como ojos de hippie niña, los ojos más dulces y embriagantes que he visto. Como era de suponer, me enamoré de ella. Traté de sacar la máxima información útil antes que la masa me llevara. No pude conseguir su teléfono, pero cuando me dijo que no tenía idea de quién era el Maestro, tuve esperanzas, un fuerte rival menos.
La volví a ver camino a los restaurantes de la feria, hasta aquí no llega la masa, era mi oportunidad de pedirle su teléfono. Se desvió con su amiga por un pasaje y se detuvo a vomitar. Esperé a que terminara, me acerqué y le pedí su número telefónico. Me dio su email. Sin duda era la mujer de mis sueños...demonios, no quise decir eso.
La contacté por el chat al día siguiente en la tarde, le pedí vernos, pero me dijo que no podría hasta el lunes, era viernes. Luego de que ella se desconectó, comenzó a invadirme el temor de que se cumpliera nuevamente mi teoría de los sueños. Y en realidad era lo más probable, no dejaba de pensar en ella, el You Tube de mi cabeza había comenzado a funcionar. No quería soñarla.
La encontré nuevamente en la noche en el chat, le insistí para vernos y su respuesta fue la misma, tenía que trabajar todo el fin de semana. Tuve ganas de explicarle mi teoría de los sueños, pero me catalogaría de loco, quería decirle que necesitaba que sucediera algo entre nosotros antes de soñarla, no quería perderla como me sucedió con Katrina. Estaba desesperado. ¿Cómo hacer para no soñarla? La solución era obvia: no dormir.
Fui a la farmacia y compré pastillas para no dormir, los nombres me los dio una amiga fármaco-dependiente. Eso de no dormir es una cosa de locos. Es difícil dejar los ojos abiertos. Mucho café, las pastillas indicadas, pero nada de alcohol. Me di duchas frías cada tres horas, comida ligera, y el domingo no salí a correr. Aproveché para escuchar mis viejos cds, pero no leí nada que aumentara mi imaginación, esta vigilia forzada podía hacer que confundiera la realidad.
............
Llegué a la cita después de tres días sin dormir, lo había logrado. Entré al café y la esperé.
Me saludó con un beso en la mejilla, lo sentí frío. Me dijo algo al oído, luego se sentó.
-Espérame un momento, tengo que hacer una llamada– le dije. Salí a la puerta del local, paré un taxi, subí. Como a cinco cuadras, la frase que ella me dijo al oído aún resonaba en él.
-Ayer soñé contigo– era lo que me había dicho. Y yo sabía que ya nada podría pasar entre nosotros. Me recosté en el asiento del taxi y me dormí.
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Relato incluído en el libro Desamor Mundano.
No quiero soñarte
17:44
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Damián Carrillo
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2 comentarios:
me encanta Damián, como siempre, pero lo de la teoría de los sueños, no es verdad, además, casi siempre es mentira, deberías haberte quedado, cuando una mujer dice "soñé contigo" no es verdad, eso te lo aseguro, pero queda muy bien decirlo..
Cenicienta: haberlo sabido antes! Gracias por la lectura y sobre todo porq te ha encantado
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