Por: Rommy Morgado (Chile)
Es cierto que no todo sale como lo planeado, lo sé, pero esta vez debía ser la excepción, sin embargo el destino se empeña en empañar la ventana de las oportunidades, en romper los sueños y enterrar los posibles aciertos. Terminé esta noche, como todas, en el fondo de la copa de coñac del antiguo bar, ahogando como el cobarde que soy, todos mis fracasos del día. Se suponía que hoy, precisamente hoy, tendría al fin el escenario perfecto para demostrar lo bueno que soy en mi trabajo, conquistaría al cliente que nos sacaría de la miseria que sufría la compañía, todo mi trabajo de meses se jugaba en treinta minutos, en treinta míseros minutos de los que todos dependían, dependíamos...
Me levanté más temprano que de costumbre, planché la camisa preferida de Camila, mi ex mujer, en realidad la mujer de mi vida, aunque la muy puta haya preferido los verdes gringos a unos verdes Ignacio Carrera Pinto, en fin..., ya no forma parte de esta, como la llamaría ella, mediocre vida. Retomando la mañana descrita, me dispuse a tomar mi café puro y mis tostadas, el jugo de naranja que había preparado la noche anterior, y unas galletitas. Salí a eso de las 8:00 AM a la oficina, lucía como todo un gerente, caminé con confianza por la calle, llevando en la cara un cartel que decía "este día es mi día"... Así me subí al micro, y bueno, mi tarjeta BIP, no tenía cupo, pero no importa, igual llegué a la oficina como un campeón.
Ordené la sala de reuniones como nunca, por primera vez todos estaban a mi orden, hasta Sofía, la recepcionista, se ofreció para ayudar, y eso es un gran logro, porque ella, tan señorita que sé, es una fiera...en todo sentido, y bueno, luego de lo pasado entre los dos, tan solo me habla para insultarme.
Al fin la hora pactada para el gran golpe de mi vida, el golpe que me llevaría a ser parte del directorio creativo de la compañía, el golpe que me llevaría a pagar las cuentas que adeudaba desde el divorcio, el golpe que me dejaría como el gran rey frente a todos y lo más importante... el golpe que le demostraría a Camila que en realidad no soy un mediocre, sino sólo un tipo que esperaba el momento indicado para brillar, y ese momento abría la puerta en este instante.
Ahí frente a todos, al verlo tan elegante me abalancé con mis puños a entregarlo todo, no pensé las cosas dos veces, tan sólo las dije, y las hice sentir, todos miraron asombrados luego de haber concluido la presentación, había dado el gran golpe, al fin, luego de tanto tiempo, había dado el gran golpe, le había roto el rostro al estúpido que compró a mi mujer... qué alivio sentí. Aunque claro, sigo con mi vida de miserable, Sofía me insultó, mi jefe me despidió, y la compañía se quedó sin cliente. Volví a la calle, con mi caminar de antaño, arrastrando los pies y cayendo en el mismo bar, en la misma copa de coñac y cantando la misma estúpida canción... "y sin embargo te quiero", aunque ahora sólo quiero irme y poner las manos en hielo... porque ya me duele ese golpe de fracasado despechado y la cuenta del bar no da para más.
Un golpe de suerte mediocre
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